Nunca se me dieron bien las Matemáticas, no me gustaban demasiado, sentimiento retroalimentado por mis suspensos. Llegó un momento en que sentí frustración porque, a pesar de estudiar, no aprobaba. Después, me dí cuenta de que si no atendías en clase a cómo se realizaba el proceso, iba a ser muy difícil que en casa lo descubriese yo solo. El secreto era el que ha sido siempre en cualquier asignatura... atender. Sin embargo, algo que sí se me daba bien era el cálculo mental, no sé el porqué, pero así era.
Sigo en casa resguardado del frío y tratando de hablar lo menos posible. Mi único contacto con el resto de la humanidad se produce a media mañana cuando bajo la escalera para ir a la esquina a comprar el periódico. Ayer tiré la casa por la ventana y compré... ¡dos periódicos!; en concreto, El País y el Marca. 1.20 Euros y 1 euro, respectivamente...
Tras el mostrador de la papelería se encontraba un chico que tendría unos 18 o 19 años.
-"¿Qué te debo? "- Me gusta siempre preguntar a pesar de saber perfectamente cuánto debo pagar.
- El muchacho mira el precio de uno, el precio de otro y... no me lo puedo creer... se dirige a la caja registradora para realizar la difícil operación... "Dos con veinte" - me dice mientras vuelve hacia mi. En ese momento le doy un billete de 5 euros y ... ¿adivináis? Se vuelve hacia la caja registradora a hacer la cuenta. Esta vez le disculpo, era una cuenta mucho más difícil, una resta... En fín, que me da el cambio y me marcho asombrado del desparpajo y la sapiencia de este chaval del Renacimiento.
Esto que os he contado, que no deja de ser una anécdota tonta, es muy reveladora de la "competencia" (perdón por la palabra, sé que todos estamos muy sensibles con el tema...) de nuestros chavales de hace unos años para acá. Tenemos profesores más preparados que nunca, los mejores medios... Igual esta vez hay que mirar la paja en ojo ajeno. Al fín y al cabo, sabéis que esto que os he contado, no es la excepción.
PD: La excepción es esta máquina, llamada Super-Diego.